Vuelvo de dar el penúltimo adiós a nuestro querido amigo Luis y escribo estas líneas todavía noqueado por la pérdida de un buen amigo y de una bellísima persona. Aunque, lamentablemente, no era una noticia inesperada, sí lo ha sido el rápido desenlace de su enfermedad.
Cuando Gonzalo Riveiro me llamó para decirme que Luis había fallecido, los recuerdos se agolparon en mi cabeza y me llevaron casi veinte años atrás cuando tuve la suerte de conocerle al ingresar en el CGAM. Su amistad ha sido uno más de los regalos que debo agradecer a nuestro club.
Para mí, Luis no ha sido solo un amigo sino también un referente. Su actitud ante la vida y la forma de afrontar su traidora enfermedad me parecen ejemplares. Aunque suene a tópico, Luis fue un hombre bueno. “En el buen sentido de la palabra, bueno” que dijo Machado. Entrañable, afectuoso, amable… son adjetivos que se quedan cortos para definir a todo un caballero.
Releyendo algunos de los escritos que publicó en nuestra web, me han estremecido las palabras que dedicó a Alberto Menéndez con motivo de su repentino fallecimiento y que ahora parecen premonitorias: “La idea de la muerte, cuando la vas madurando por una enfermedad, la vas aceptando poco a poco“. A primeros de año, José Luis Pamies, Carlos Díaz del Río y yo, estuvimos en su casa tomando una copa y charlando de un montón de cosas. Sólo Luis sabe si llegó a aceptar su final, pero los tres nos fuimos de su casa con la sensación de que afrontaba su situación con una serenidad admirable.
En la pequeña historia de nuestro club, que el próximo 25 de mayo cumplirá 20 años, Luis ha jugado un papel fundamental. Fue uno de los socios fundadores y tuvo la generosidad de asumir la Presidencia del CGAM en unos momentos muy delicados. Como Secretario de su Junta Directiva, tuve ocasión de trabajar con él en las tareas del club y pude conocerle mejor. Fue en esos años cuando se fraguó nuestra amistad.
Durante su mandato dirigió el club de forma espléndida y creó el magnífico ambiente que hoy disfrutamos. No lo tenía fácil. Sucedía al primer y gran Presidente del CGAM, José Luis Valenciano, artífice de nuestro club. La bonhomía de Luis nos conquistó a todos. Su paciencia y buen humor le permitieron tripular el barco, capeando algún temporal que otro, y llevarlo a buen puerto.
El humor fue otra de sus características. Todos recordaremos sus crónicas de torneos en verso de cabo roto y plagadas de ripios, que tan buenos momentos nos hicieron pasar. Sus célebres “Coplas del chapuzón”, que escribió con motivo de su involuntaria zambullida en el lago del hoyo 3 de Retamares, han pasado a los anales literarios de nuestro club.
Cumplida su tarea, supo pasar el testigo que a mí me tocó recoger. Sus palabras en la toma de posesión y en su despedida como Presidente son un ejemplo de elegancia y humildad que recomiendo releer.
Dentro de unos días, celebraremos la novena edición del Campeonato de Golf de Arquitectos de Madrid. Esta competición, creada durante la Presidencia de Luis, forma parte de su legado y será una buena ocasión de rendir el homenaje que Luis Ester Butragueño merece.
Termino estas líneas enviando a su mujer Elena, a sus hijos y a sus nietos un fuerte abrazo en nombre de todos los compañeros del club. Nos ha dejado un gran vacío pero siempre le llevaremos en nuestro corazón.
¡Hasta siempre, Presidente!
Juan Carlos Herrero Ugarte
Presidente del Club de Golf de Arquitectos de Madrid