Querido amigo José Luís:
Leí tu e-mail y posteriormente el adjunto con tu carta. No me ha gustado todo ello por una razón fundamental: porque siento tristeza, mucha tristeza, al leerla. Se nota cierta amargura, que sin lugar a dudas no mereces que te haya atrapado. Sólo se tienen disgustos si se realizan cosas, se resuelven asuntos y, con ilusión, se llevan a cabo todas las gestiones necesarias para crear y desarrollar las tareas de organización y presidencia de una Entidad, como el Club de Golf de Arquitectos de Madrid. Si no se hace nada, la vida parece que sonríe, pero esto es muy falso. Y eso lo sabemos muy bien tú y yo.
Sólo quiero corregirte un ápice en lo que dices. Y lo hago desde mi autoridad, recogida en algún escrito por ti mismo, de haber sido el que te paseé por algún campo de golf, al principio, en tu triste principio originado en la desgraciada diabetes que te enganchó. Tu inmediata afición al deporte del golf y tu entusiasmo hizo que iniciáramos desde la Junta de Gobierno del COAM el desarrollo del golf en un nivel diferente y con otros objetivos distintos a aquellos con los que actuaba un grupo de ilustres golfistas arquitectos, y buenos amigos, organizadores de los Campeonatos de Golf de Arquitectos Españoles, que tanto éxito han tenido hasta la fecha.
Es evidente que en el año 1.999, ya fuera de la Junta de Gobierno, ante Notario, por exigencias legales, diez o doce compañeros constituimos el Club de Golf de Arquitectos de Madrid. Y más verdad es que el motor de mayor cilindrada en ese caminar era el tuyo. Tanto Carlos Climent, reciente y tristemente fallecido, que ejerció brevemente, (por su incidente cerebral), el cargo de Secretario del Club, como yo mismo, que ponía mi granito de arena como Tesorero del mismo, no hicimos más que seguir tu estela vital para consolidar y aumentar el número de socios y torneos del mismo.
Pero es indudable que todo acaba y, en mi caso, la aparición de mi segunda hernia de disco en mi ya maltrecha espalda me alejó de la práctica de ese deporte que, inicialmente, tanto me entusiasmaba, me divertía y me impedía, por su dificultad, disminuir sensiblemente mi handicap. Es decir, España perdió una gran promesa, como jugador de golf, y el Club de Golf de Arquitectos de Madrid perdió un socio e, incluso, un Tesorero, carga burocrática que tú también echaste sobre tus espaldas.
No obstante, y de manera expresa quiero que transmitas a todos los socios del Club de Golf de Arquitectos de Madrid, mi dimisión oficial e irrevocable, (con independencia de los efectos legales que supone haber aceptado ese compromiso ante Notario), de mi cargo de Tesorero del mismo, aunque las funciones, como he dicho, las abandoné lógicamente cuando dejé de pertenecer al Club. Y lo hagas reenviando este correo a todos los socios.
Si resulta necesario llevar a cabo alguna gestión en este sentido, que no duden los socios de tan querido Club de Golf, que estoy a su entera disposición para traspasar firmas bancarias, en el caso de que aún exista alguna que dependa solidariamente de mí.
José Luís, te envío mi gratitud por tus desvelos, por lo bien que lo hemos pasado cuando iniciamos y desarrollamos esta ilusión común y te ruego encarecidamente que eches pelillos a la mar y sigas disfrutando del golf y de todas sus dificultades que, en mi caso, me han vencido. Estaré siempre encantado de hacerte de caddie y disfrutar de tu compañía.
Un fuerte abrazo
José Yzuel Giménez