EN LA MUERTE DE ALBERTO MENÉNDEZ
GLOSA CON ALGO MÁS DE SOSIEGO
En el breve espacio de un año, la muerte ha atacado con saña a nuestro querido Club, ya en tres ocasiones.
Primero fue Ángel Santamaría. Lo de Angelito desgraciadamente ya lo esperábamos. El cáncer y la metástasis posterior acabaron con él, pero no con su sonrisa y su optimismo con los que le recordaremos siempre.
Luego vino el hijo de Javier Arroyo, Javi Jr. Casi ninguno le conocíamos, pero sí a su padre, y eso nos basta. Fue una espantosa tragedia. Tenía 34 años, y no le tocaba, pero el pobre nos dio unos días, muy pocos días, para hacernos a la idea.
Y ahora la muerte de Alberto, la más repentina, y por ello la más traicionera. Francisco de Asís, que fue un gran santo, la decía “hermana muerte”. Yo que desgraciadamente no lo soy, le digo asquerosa muerte, traidora y asesina. Le ha dado un puñetazo tan tremendo, que se lo ha llevado por delante de manera inmisericorde.
Alberto entró en el Club en sus comienzos. Me acuerdo que por aquél entonces teníamos hándicaps parecidos, él y yo.
El día 7 de noviembre del pasado año, en nuestro torneo regular que se jugó en La Herrería, el ganador fue Alberto, y le bajaron el hp a 10,7. Yo le dije, te acuerdas que empezamos en el CGAM con el mismo hp, y desde entonces tú no has hecho más que bajar, y yo no he hecho otra cosa que subir. ¿cómo lo haces? Se reía…….. Le dije que un tío con ese hp no podía ser tan discreto y tan mesurado. Yo no lo sería, se me tendría que notar. También se reía………
En los primeros tiempos del Club, Carlos Climent le bautizó con el apodo, (cariñoso apodo, me consta), de muñequiño. Alberto lo aceptó con buen humor y con el afecto que Carlos y él mutuamente se tenían. Yo pensé en principio que Alberto era gallego, por lo del “iño”, y al cabo de un tiempo me enteré que de gallego tenía poco. Vasco de pura cepa. No me dio tiempo de preguntarle a Carlos el porqué del “iño”, porque su cerebro se nos fue en seguida, y el apodo tuvo corta vida, la corta vida de la consciencia de Carlos Climent.
Tengo que hacer una especial alusión a Gonzalo Riveiro. Gonzalo le vio morir, le intentó reanimar, le suplicó que no se muriera. Los momentos debieron ser terribles, y lo que se me ocurre decirte Gonzalo, es que siento muchísimo el trago que has pasado, y que el Club entero se solidariza contigo, te acompaña en el sentimiento y en el sufrimiento que tuviste que vivir, y te agradece lo que luchaste por él con el amor y el cariño que a todos nos consta le tenías.
También un recuerdo muy especial para Iñaqui Álvarez Quincoces, al que le unían con Alberto lazos más profundos que los de sangre. Para Iñaqui, Alberto era en la práctica su hermano mayor.
En fin queridos compañeros, que estamos viviendo una gran tristeza y un enorme dolor. Alberto nos ha dejado. Un vasco cabal, un hombre discreto y bueno. La idea de la muerte, cuando la vas madurando por una enfermedad, te vas haciendo a la idea, y la vas aceptando poco a poco. Pero así es muy difícil.
Alberto, te recordaremos mucho, y los que creen y quieran, rezarán por ti y por los tuyos, principalmente por tu mujer y tus hijos, a los que has dejado sin consuelo. Me costa que eras un buen creyente, por lo que te pido que allá donde estés, te acuerdes tú también de estos amigos a los que has dejado un poco huérfanos.
Alberto, descansa en paz.
Un desconsolado abrazo para todos.
Luis Ester Butragueño
Presidente del Club de Golf de Arquitectos de Madrid